Predominan los hidratos, azúcares, almidones y fibra, y es un alimento termogénico, ya que 100 g castañas frescas puede generar 165 calorías. Constituye un alimento sabroso, sano y muy nutritivo y mucho más cuanto mejor tratada y preparada.
Como dijimos es un alimento rico y saludable, su valor energético es relativamente poco, en comparación a otros frutos secos. Pero vayamos a detalles más concretos. Es rica en vitaminas como la B1 (muy valiosa para el sistema nervioso) y la B6 (ayuda a mantener la función normal del cerebro), B3 y las vitaminas A, C y E. Aunque tiene pocas proteínas, son de muy alta calidad. Son una excelente fuente de minerales, sobre todo potasio, magnesio, calcio, hierro y fósforo, y adicionalmente acido fólico.
Por eso son ideales para mujeres en el embarazo (ayuda a la buena formación del feto) y lactancia y personas que padecen anemia. En Oriente se las utiliza para la alimentación de los bebes y niños en sus primeros años. También forman parte de la dieta de los deportistas y estudiantes por ser ricas en hidratos de carbono, ayudan a comenzar el día lleno de energía.
Los hipertensos pueden incluirlas en su dieta, ya que carecen de sodio y son muy ricas en potasio, que potencia la actividad del riñón ayudando a la eliminación de toxinas.
Debemos considerar que no poseen gluten, cosa que las convierte en altamente recomendables para los celiacos, tanto en el consumo de harina como en otras preparaciones.
Son altamente recomendadas para quienes sufren estrés, depresión, falta de memoria. Favorece el transito intestinal. Tiene propiedades antiinflamatorias. Es buena para la próstata, para quienes sufren mucho desgaste físico, siendo además un buen tónico y reconstituyente. Son buenas para quienes tienen várices y son anticancerígenas.